Este arquitecto japonés, nacido en Tokio, merece nuestra
atención por demostrar que hay otra forma de hacer las cosas.
Para
él, la arquitectura no debe ser ajena a la devastación que se está llevando a
cabo del planeta, pero tampoco a las necesidades de las personas.
En
marzo de 2014 recibió el premio Pritzker, considerado uno de los más
importantes premios que se conceden en arquitectura, por el uso innovador de
los materiales y por la realización de importantes obras humanitarias.
Lleva
más de dos décadas trabajando en áreas en las que se han producido desastres
naturales, con los ciudadanos locales, voluntarios y estudiantes, para diseñar
y construir a bajo coste desde refugios hasta edificios comunitarios.
Además,
utiliza materiales no convencionales, reciclados y reciclables, como el bambú,
tela, plásticos, tubos de cartón...
Entre
sus diseños la casa de papel ofreció una solución temporal, rápida,
económica y reciclable a los damnificados por el terremoto de Kobe (Japón) en
1995.
Los
cimientos se hicieron con cajas de cerveza rellenas de arena, las paredes se
construyeron con tubos de cartón impermeabilizados y pegados entre sí con cinta
de doble cara. Los techos eran abatibles para permitir la ventilación en verano
y que se cerraran en invierno para mantener el calor.
Igualmente
construyó una iglesia provisional (el Templo de Takatori) con tubos de cartón,
que la ciudad ha conservado como símbolo.
Posteriormente
intervino en la construcción de refugios y viviendas temporales en los
terremotos acaecidos en Turquía (año 2000), Bhuj, India (año 2001), Puerto
Príncipe, Haití (año 2010) o Onawaga, Japón (año 2011).
Catedral de Nueva Zelanda |
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