El uso de las toallitas húmedas
se está extendiendo. Aunque en un principio se lanzaron para su uso en bebés,
su frescura y comodidad están haciendo
que multipliquemos sus aplicaciones.
El problema viene cuando, en vez
de tirarlas a la basura, se tiran por el váter, como si fuera papel higiénico.
Aunque en el envase especifique
que son biodegradables, hay que tener en cuenta cuánto tiempo tardan en
descomponerse, que no suele ser lo suficientemente corto como para se
descompongan en el alcantarillado.
Normalmente, se deshacen en
varias fibras con facilidad, pero se vuelven a enredar con la misma facilidad,
una vez que llegan al alcantarillado en grandes cantidades, formando enormes
madejas.
Esto causa muchos problemas, en
su mayoría atascos en el alcantarillado y roturas de bombas y otras maquinarias
en las depuradoras municipales,
suponiendo sobrecostes y un esfuerzo extra para los servicios
municipales, que al final, acabamos
pagando los ciudadanos a través de impuestos o restando medios para otras necesidades.
Varios Ayuntamientos españoles
han reconocido tener ya graves problemas derivados de ésta mala costumbre:
Sevilla, Madrid, Huelva, Bilbao, Marbella, Valencia...
Además, es también un problema
medioambiental, ya que se están encontrando restos de toallitas húmedas en
mares y ríos.
Por suerte, evitar esto es
francamente sencillo. Basta con tener una papelera en el baño y tirar ahí las
toallitas en vez de en el váter.
Nuestra recomendación es
evitarlas en lo posible, pero si te gusta usarlas, no las tires por el váter:
¡Mejor en la papelera!
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